El empresario Reed Hastings cuenta que se le ocurrió fundar Netflix después de tener que pagar una multa a su videoclub de Silicon Valley, por no entregar a tiempo un VHS de “Apolo 13”. Dice que el dinero (u$s40 de hace más de 20 años) le dolió menos que el orgullo.
Fue entonces cuando pensó que tenía que haber otra forma de plantear ese negocio y de tratar al cliente. El exitoso servicio de streaming lleva poco más de 10 años funcionando, pero su historia comenzó en 1998.
Su socio Marc Randolph desvela que el asunto de “Apolo 13” fue una exageración para hacer la biografía de Netflix algo más atractiva. En realidad, solo tuvieron que hacer un buen puñado de transbordos en mitro y subte desde Silicon Valley para devolver la película. Les dio mucha pereza y buscaron alternativas.
La web netflix.com existe desde hace 20 años. Su lanzamiento coincidió con el auge del DVD, aunque Hastings ni siquiera sabía lo que era. Un amigo le tuvo que explicar que las películas también podían verse en objetos que se parecían a un CD. Lo contaba Reed Hastings en un artículo que publicó en la revista Fortune en 2009.
Él ya tenía en mente montar un negocio en el que la gente pudiera alquilar películas, en VHS o como fuera, por correo ordinario. Era como lo que hacía Amazon, pero con películas.
“Fui a una tienda de música de California, me envié CD a mí mismo. Solo un disco en un sobre (sin caja). Fueron 24 largas horas hasta que el correo llegó a mi casa. Abrí el sobre y estaban en perfecto estado. Fue un momento muy emocionante”, recordaba entonces el empresario según el diario El País de España.
Randolph y Hastings comenzaron con un catálogo inicial de casi 1.000 títulos y una propuesta que fue una de las primeras claves de su éxito: se podía devolver el DVD hasta una semana después, aunque fuera de estreno. En ese momento, los clientes de un videoclub estaban obligados a devolver lo alquilado en 24 o 48 horas. El modelo de Netflix ahorraba todos esos viajes a la tienda física y daba más margen para disfrutar de la película.
Casi de inmediato, se amplió esta oferta. Los usuarios podían pagar una suscripción de entre 16 y 20 dólares al mes para poder quedarse con los DVD durante largas temporadas.
Los creadores de Netflix plantearon entonces lo que ahora es una de las prácticas favoritas de sus clientes y de los del resto de plataformas similares: el binge watching. Es decir, así podían alquilarse la trilogía entera de “La Guerra de las Galaxias” o la temporada completa de una serie y verlas de un tirón.
Su éxito se cocinó a fuego lento, donde tan importante como los contenidos fue crear un vínculo especial con el consumidor. Supieron generar una marca querible por el espectador.
Como todavía seguían en pérdidas, los dueños de Netflix plantearon en el año 2000 una alianza empresarial con Blockbuster, pero la compañía reina de los videoclubs prácticamente se rió en su cara.
“En ese momento, pensaron que éramos un negocio de nicho muy limitado”, recordaba en 2008 el que era el responsable financiero de Netflix, Barry McCarthy, a la Universidad de Standford. Y el éxito llegó con el salto al streaming en 2007.
Aunque esa decisión de pasar al formato digital fue todo un acierto, en ese momento parecía un cambio de estrategia arriesgado. Competía con empresas que ya distribuían contenidos en línea y que tenían más experiencia en el sector como Amazon, Apple y Hulu, entre otros.
Ya asentado su modelo de negocio, la compañía se planteó en serio su expansión internacional a partir de 2010, cuando comenzó a emitir por vez primera fuera de Estados Unidos, en su vecina Canadá.
Curiosamente, ese año Blockbuster se declaró en quiebra con una deuda superior a los u$s1.000 millones.
Además de haber cambiado la forma de distribución de lo que eran los videoclubs, apostó para por el contenido para seducir al cliente extranjero. En 2013 lanzó “House of Cards”, su primera gran serie de producción propia.
Aunque ahora se haya convertido en un estorbo en su catálogo por culpa de las denuncias de acoso sexual contra su protagonista, el actor Kevin Spacey, la serie enamoró a la audiencia junto a otras propuestas como “Orange is the New Black”.
Y con ellas, Netflix logró el efecto deseado. Muchos espectadores fuera de Estados Unidos querían asociarse.
El servicio de streaming llegó a la Argentina en 2011 y a otro centenar de países en fechas similares.
Desde entonces Netflix ha doblado prácticamente su cifra de suscriptores en apenas tres años: de los menos de 60 millones en 2014 a los 103 millones en 2017.