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A más de 10.000 metros de altura, los pasajeros se aferraron a la mano de desconocidos, rezaron juntos y se prepararon para morir.

Alrededor de las 11 en la costa este de Estados Unidos, a los 20 minutos de un vuelo total de cuatro horas, los pasajeros atravesaron la capa de nubes y se acomodaron en sus asientos a la espera del reparto de bebidas por parte del personal de cabina.

En ese momento, y con un ruido ensordecedor, el vuelo 1380 se transformó en una escena de terror y caos para los 144 pasajeros y los cinco tripulantes a bordo.

Durante los siguientes 20 minutos, la cabina despresurizada fue un remolino de viento helado, esquirlas, pánico y ruegos al Cielo, mientras la piloto intentaba redirigir la aeronave hacia el aeropuerto de Filadelfia para hacer un aterrizaje de emergencia.