En Argentina, una mujer asalariada gana 25,2% menos que un hombre asalariado. Los motivos son diversos: discriminación de género, trabajo doméstico no remunerado, tareas domésticas mal distribuidas y la falta de políticas de Estado que busquen la igualdad entre trabajadores y trabajadoras. En promedio, teniendo en cuenta todos los ingresos que percibe una persona de origen laboral o no, las mujeres ganan un 26,2% menos que los varones.
Según los datos de la Encuesta Permanente de Hogares de Indec y que difundió el portal Economía Feminita, en el mundo laboral, las mujeres ganan en promedio un 25,2% menos que los varones. Es decir, en términos reales: 13.860 pesos contra 18.537. Los datos se desprenden de la totalidad de los ocupados/as cualquiera sea su categoría ocupacional, jerarquía o calificación.
La brecha de ingresos mensuales entre trabajadoras/es no registrados se agranda y llega a un promedio del 37,2%. Además, las asalariadas presentan mayores tasas de empleos no registrados que los varones por el trabajo doméstico. La diferencia salarial mensual por calificación del puesto de trabajo, llega al 20.4%, mientras que, en los puestos no calificados, la brecha se agranda y llega al 38,6%.
A pesar de que las mujeres ocupadas están, en promedio, más formadas que sus pares hombres, éstas perciben menos salario. Además, a igual nivel educativo, los ingresos laborales de las mujeres trabajadoras son inferiores al de los varones. Esta diferencia de ingresos es del 26,9% para las de nivel universitario/superior, y del 46,2% para las que cuentan con nivel primario.
Ante estos datos, la economista feminista de Ciepp, Lucía Cirmi Obón, indicó a El Destape que “la brecha salarial en Argentina se mantiene estable” al advertir que “no hay una política que se pueda vincular que haya reducido la brecha” y distinguió que la diferencia salarial “es distinta ya que con los trabajadores formales llega a más del 20% y en el sector informal asciende al 35%”.
Las historias de mujeres profesionales o no profesionales que deben pelear para romper el famoso “techo de cristal” de una empresa para llegar a puestos jerárquicos, son recurrentes. También, son reiteradas las frases de jefes que consideran que “las mujeres son muy sensibles” para ocupar lugares de poder o que ven como “un problema” la maternidad deseada de mujeres debido a que ejercen su derecho de tomarse los días de licencia que les corresponde.
A esto se suma el trabajo doméstico no remunerado o las tareas de cuidados que consumen una parte importante del tiempo de la mujer. La mala distribución de estas tareas lleva a que una trabajadora tenga que destinar mayor tiempo de su día al mantenimiento de la casa mientras que su compañero puede utilizar aquellas horas para trabajar u ocio. A partir de la normalización de que “las tareas domésticas” es un rol que le pertenece a la mujer, parece una locura pensar que se les deben pagar por ese trabajo.
De forma explicativa, Cirmi Obón dividió la brecha salarial en 4 partes: “En primer lugar, las mujeres trabajan en el mercado de trabajo menos tiempo porque hacemos trabajo de cuidado y eso no se reconoce; en segundo lugar, la segregación horizontal o paredes de cristal en el que se encuentran las trabajadoras, que son los sectores en los que trabajamos y están mal pagos y que refieren a tareas de cuidado y el cuidado no está valorado”.
“En tercer lugar, el techo de cristal o la segregación vertical, es decir, no ascendemos a los puestos de jerárquicos porque no tenemos el tiempo que necesitamos ya que nos dedicamos a tareas de cuidado o porque estamos ahí y nadie cree que podamos hacerlo por ser mujer. Y en cuarto lugar, está la discriminación directa que es que hacemos la misma tarea que un varón, pero deciden pagarnos menos porque dicen que hacemos tarea distintas”, completó.
La diferencia salarial entre mujeres y hombres es uno de los principales reclamos del movimiento feministas, ya que una mujer que no tiene independencia económica se ve limitada en su vida diaria y que su trabajo no sea valorado y remunerado como corresponde por su género, es discriminación
Para erradicar esta situación y llegar a la igualdad salarial, la economista planteó la necesidad de que haya una política pública que busque realmente la igualdad entre trabajadores y trabajadoras: “Lo más importante es distribuir el trabajo de cuidado porque si no se distribuye de forma equitativa, no se va a distribuir el trabajo en el mercado si primero no se distribuye el trabajo de las casas”.
Remarcó la importancia de un Estado que “invierta en este tema y que promueva otros tipos de crianza adentro de la familia, que haya una licencia igualitaria, espacios de cuidado infantil, remuneración para aquellas que se dedican a cuidar en sus casas” al advertir que “está probado que las normas y las formas en las que el Estado plantea las familias, incide en cómo las familias distribuyen el cuidado.
“Podemos ser una pareja igualitaria pero si a mí me dan 100 días de licencia y a mi pareja dos, hay una profundización de jerarquía y marca cómo nos vamos a organizar como familia”, planteó Cirni Obón.
Asimismo, sumó como segundo grupo de políticas públicas, que se tome la decisión de ir en contra de discriminación en los espacios de trabajo a partir de registros y de información pública de los salarios “para encontrar casos de discriminación explícita” como así también que se implementen “protocolos contra el acoso y la violencia machista ya que el abuso es una forma de excluir a personas en su espacio de trabajo y acceder a espacios de poder”.
En situaciones de acoso o abuso laboral, siempre es la mujer la que debe abandonar su lugar de trabajo o a quien se la excluye.
“El gran desafío del movimiento feminista este año es en contra del ajuste porque el Gobierno de Cambiemos nos plantea dos agendas separadas de género y economía, y es una sola agenda porque el ajuste nos pega más más a nosotras. Por eso, pedimos una economía que esté en función de la vida y no en función de unos pocos”, sentenció.
Fuente: El Destape
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